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sábado, 31 de mayo de 2014

REGULANDO EL APETITO

Mantener la homeostasis energética del organismo es fundamental para controlar el peso corporal o alcanzar nuestro objetivo, ya sea perder perderlo o ganarlo. Para ello debe haber un equilibrio entre ingesta y gasto calórico como sabemos, pero lejos de contar kcal, nuestro organismo tiene una serie de sistemas para regular el apetito con el objetivo de mantener siempre esta homeostasis energética.

El tejido adiposo juega un papel fundamental, por lo que se puede decir que es mucho más que un mero tejido de reserva energética, la secreción de leptina es directamente  proporcional a la cantidad de grasa que tengamos en el organismo, teniendo un efecto inhibitorio del hambre que ahora describiremos.



La leptina es segregada por el tejido adiposo, de forma más acentuada en el periodo pospandrial, junto con otros péptidos intestinales (GLP-1, GIP, CCK) así como la insulina. La leptina, se une a sus receptores en el núcleo arcuato, principalmente neuronas POMC que liberan melanocortinas con efecto inhibitorio sobre el apetito en los receptores de melanocortinas 4. Por otro lado la grelina, con efecto estimulante del apetito a través de neuronas NPY/AGRP al igual que la leptina, esto se produce en el núcleo arcuato, estimulando mediante el Neuro-Péptido-Yy la proteína Agoutí su unión como antagonista a receptores de melanocortina 4 y 3 en el núcleo paraventricular, con efecto contrario a las melanocortinas alfa y beta estimuladas gracias a la leptina, considerados agonistas de estos receptores.

Se podría deducir que cuánto más reservas lipídicas tengamos, más efecto inhibitorio del apetito tendría que haber, pero en la mayoría de los casos no es así, en personas obesas se produce una disminución de la expresión de éstos receptores y neuronas POMC, por lo que habrá un desequilibrio entre regiones neuronales POMC y GRP/NPY, favoreciendo a una sensación de hambre más permanente. Por ello en personas obesas no siempre es adecuada una dieta alta en grasas, principalmente por el potente efecto sobre la leptina y escaso sobre pépticos intestinales y de saciedad, por ello hay que jugar con la densidad calórica, está demostrado que en obesos los HC aumentan en mayor medida la liberación del péptido PPY que bloquea la acción de NPY disminuyendo así la necesidad de ingerir alimentos, mientras que en personas sanas ocurre al contrario, la grasa tiene un efecto más inhibitorio del apetito que los HC.


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